viernes, 6 de abril de 2007

TARMATAMBO VISITADO POR RAIMONDI EN 1867

Lic. Luis Villegas Ortega[1]
Tarma, Miércoles 12 de abril de 2006



Esta crónica tiene 3 objetivos; primero incrementar y resaltar las fuentes escritas, -como la documentada por Raimondi, hace 111 años-, para contar con una base histórica, que luego puede ser aprovechada, por investigadores y con toda razón algunos curiosos; segundo formar criterios de conservación de nuestro patrimonio cultural, como es el caso de Tarmatambo; y tercero motivar a los jóvenes tarmeños a incrementar nuestra comprensión del pasado.




Los viajeros
Dentro de los más ilustres “viajeros” y “exploradores” que recorrieron el Perú en el siglo XIX, destacan por sus aportes documentales los extranjeros: George E. Squier, Williem Reiss, Adolph Stubel, W. Weiner y Raimondi. Raimondi reconocido entre otras cosas por su afición de investigador de campo y por la su excelente descripción social, económica y política de ciudades, pueblos o villas que visitó, documentó sus observaciones que a los años son como verdaderas joyas para el lector.
A este italiano –“el sabio”, “el naturalista enciclopédico”- le debe Tarma la frase que bien cabe: “La Bella Perla De Los Andes” en alusión a su manera de ver el mundo andino y la belleza de este punto en la sierra peruana.
El sabio Raimondi visitó la ciudad de Tarma en 1867 y dejó uno de los más importantes y primeros documentos referentes al centro arqueológico Tarmatambo. Esta crónica fue publicado en el Boletín de la Sociedad Geográfica de Lima en el año de 1895 de la cual tomamos y comentamos. Para otra oportunidad guardamos, otros temas sobre Tarmatambo, investigaciones: crónicas españolas, prospecciones arqueológicas y excavaciones, desarrolladas por los investigadores.







El tambo inka

A la letra:
“Las ruinas[2] de Tarmatambo se hallan situadas sobre una hermosa lomada en el ángulo formado por la reunión de dos quebraditas y a más de una legua[3] de distancia de la ciudad de Tarma.[4]
El plano de estas ruinas es muy irregular y el estado de deterioro en que se hallan, contribuye a que no se pueda formar un idea cabal de dicho plano.[5]


Plano en base a Ramiro Matos

Como la lomada tiene cierta inclinación, las ruinas no se hallan situadas en el mismo plano sino a diferentes niveles, y por consiguiente las paredes de dichas construcciones por un lado son muy elevadas y por otro no tienen ni la mitad de su altura.


Arquitectura en Tarmatambo
Casi todas las paredes que se notan en estas ruinas tienen cimientos de piedra hasta cierta altura; la parte superior es de adobes algo pequeños y delgados. Las piedras que forman los cimientos, parte son trabajadas y aunque no son sólidas, están sin embargo bien ajustadas y como en todas las construcciones de aquella época son de forma poligonal, lo que da más solidez al edificio.



Estas ruinas pueden dividirse en dos partes: una situada en la lomada con poca inclinación y la otra un poco más arriba en la falda del cerro. Las construcciones que están en la lomada son las más notables y más variadas; puesto que se ven edificios de forma rectangular muy grandes, midiendo uno de ellos 70 varas de largo. En su parte interna, se observan muchos nichos contándose en el citado 20 por lado.
Los nichos que se notan en estos edificios son de varias clases: algunos pequeños situados a cierta altura parecen construidos para servir de alacenas para guardar algunas cosas; otros muchos más grandes se extienden hasta el suelo en forma de garitas y no se sabe el uso que pueden haber tenido; por último, se ven otros al exterior y a bastante elevación sobre el nivel del suelo, que parece sirven de adorno a las construcciones.
Los indios del lugar dicen que estos nichos contenían espejos formados de sulfuro de fierro o pirita, que comúnmente llaman piedra o espejo del inca, pero no se puede creer a los habitantes del lugar, porque inventan las más ingeniosas fábulas cuando hablan de estas ruinas.[6]
Los umbrales de las puertas, ventanas y nichos de todos los edificios eran de madera y en el día no se notan sino los huecos en donde existían, porque han sido sacados por los habitantes del pueblo que lleva el mismo nombre. Todavía se observa en los huecos que han dejado los umbrales algunas fajas y sogas formadas de pajas trenzadas, que servían para asegurarlas.
En estas ruinas se notan dos plazuelas bastantes regulares, una superior a la otra; pero lo que admira es el sistema es el sistema de irrigación, pues se ha conducido el agua a distintos puntos por medio de pequeñas acequias que corren sobre un terraplén o por debajo del terreno.
En un punto se ven tres aberturas de piedra por donde salía el agua y según los habitantes del lugar, en otro tiempo existían grandes morteros que servían de taza para recoger el agua.[7]
Como he dicho más arriba, no se puede dar una idea del plan de estas ruinas, a no ser que se haga un trabajo bastante largo y minucioso, porque se ven en confusión paredes casi enteramente destruidas, que se levantan acá y allá sin orden alguno y sólo quedan en pié unos grandes edificios de forma rectangular, los que también se hallan dirigidos en diversos sentidos y construidos en diferentes niveles.[8]


Las colcas
La otra parte de las ruinas situadas en la falda del cerro forma una serie de casuchas, algunas de las cuales son de forma rectangular, y otras tiene paredes convexas y casi redondeadas. Son de pequeñas dimensiones, habiendo algunas de tres varas de largo por dos de ancho. [9]
Un poco más arriba se notan otras tres casuchas mejor conservadas y de forma rectangular. Todas estas casas son de piedra calcárea que es la roca dominante en el lugar.
Inmediato a las casuchas y un poco más arriba, se observan en la falda del cerro varias cuevas en las que se encuentran cadáveres, de manera que estas cuevas servían de panteón. Algunos cadáveres se hallan enterrados por pequeñas paredes de piedra. Actualmente es muy difícil el encontrar momias enteras, porque todos estos sepulcros han sido removidos con el objeto de descubrir algún tesoro enterrado en ellas.
Por lo que he podido saber, no se halló ningún tapado de objetos de oro o de plata y sólo cadáveres y algunas armas de piedra y cobre, como hachas, estrellas con agujero central, barretillas y otros pequeños objetos de piedra ó cobre como algunos tipiqui (Tupus), etc.

Los indios
Aunque todo este lugar se halla completamente removido y en ruina, sin embargo los indios tienen mil preocupaciones y con dificultad se prestan a hacer excavaciones, por que dicen que removiendo la tierra los gentiles se enferman y les da el chacho. Designan con este nombre una enfermedad particular cuyos síntomas son: dolores en el cuerpo y una especie de melancolía y enflaquecimiento que muchas veces ocasionan la muerte.
Está tan arraigada esta preocupación que muchos de ellos se enferman de veras y entonces para curarse tienen otros remedios más ridículos que la causa del mal, porque dichos remedios son fundados en otras preocupaciones. Así por ejemplo, cuando se sienten atacados por esta enfermedad, hacen una especie de sacrificio para aplacar la ira de los difuntos y que consiste en matar un perro negro y echarlo en el lugar de la excavación que han hecho para buscar el tesoro. Todas las veces que se hacen esta ceremonia el enfermo se encuentra aliviado, lo que prueba que su enfermedad es enteramente mortal y causada por la preocupación.
Muy largo sería contar los numerosos ejemplos de indios atacados de chacho, por haber removido los sepulcros de los gentiles, así como los extraños remedios que emplean para aplacar el enojo de estos. Ha habido indios que no han podido sanar y se han ido enflaqueciendo hasta secarse completamente.”

Fuentes:
- Raimondi Antonio
1895. Boletín de la Sociedad Geográfica de Lima. De Lima a las Montañas de Huancayo y Tarma, Pampa de Junín y Cerro de Pasco. Tomo V N° 4,5 y 6. Pág. 151
- 2006: http://spaces.msn.com/LuisVillegas

Notas
[1] Licenciado en Educación por la Universidad Nacional de Educación “Enrique Guzmán y Valle”, Bachiller en Arqueología por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Correo: luis.villegas.unmsm@gmail.com
[2] Se llama comúnmente “ruina” a todos los monumentos dejados por los antepasados, si bien es cierto el estado de abandono y la destrucción de estos espacios arqueológicos, para algunos significa inservible y peyorativamente insano, es nuestro deber sanar, hacer servible y que estos sitios arqueológicos no sean más ruinosos.
[3] Definida por el camino que regularmente se anda en una hora, y que en el antiguo sistema español equivale a 5572,7 m. 5.5 kl.
[4] El nombre de estas quebradas son: Huaylara y Huancal.
[5] Matos presenta un plano de Tarmatambo, que nosotros redibujamos. En este plano se muestra el planeamiento urbano del asentamiento inka.
[6] Se reportó en las excavaciones arqueológicas de las galerías en Chavin, piedras que podrían servir de espejos, aumentando la luz en las oscuros pasadisos.
[7] Nosotros tampoco observamos este detalle.
[8] Tarmatambo aún tiene un potencial enorme en investigación.
[9] Estas llamadas casuchas son las denominadas “colcas” que se presentan siempre en los centros de administración inka, su arquitectura es ideal, como se ha comprobado, para conservar alimentos.

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